Nada se pandea más
que la reminiscencia alabando al pasado.
Entre los estertores de almas pasajeras
y cuervos de media luna.
Cae así, desnuda, la reminiscencia,
oculta del dolor añejo,
furibunda y triste.
Cae así, sin más presagio
que el de su propia muerte.
Cae así, se olvida a sí misma,
se pandea y renace fugitiva.
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