Siempre se
tropiezan las miradas en el cielo. Y el cielo en su apariencia de paraíso
envuelto en algodones, nos invita no sólo a verlo, sino que a observarlo, a
detallarlo a él y sus seres volátiles.
¿Y qué hacen quienes lo ignoran? ¿En
qué piensan? En qué basan su vida quienes sólo se limitan a ser una estatua más
del paisaje, quienes sólo tropiezan su mirada con el denso asfalto. De qué llenan
su corazón aquellos que divergen con la locura, que siguen la línea
estructurada de las ánimas comunes y corrientes.
Qué piensan los que no ven
nada, aún teniendo
el don de la vista.